Liam Lawson (23), que fue lanzado al tiovivo de la F1 como sucesor de Sergio Pérez (35), apenas tuvo tiempo de acostumbrarse al asiento antes de ser catapultado fuera de él. Dos carreras, un coche imprevisible y una curva de aprendizaje vertiginosa después, el experimento llegó a un abrupto final. En el siguiente Gran Premio de Japón, intercambió el puesto con Yuki Tsunoda (24), un movimiento que encaja perfectamente en la sombría crónica del "segundo puesto".
Pierre Gasly (29), Alexander Albon (29), Sergio Pérez y ahora Liam Lawson... La lista de talentos que se han quemado junto a Verstappen es cada vez más larga. Y la cabina de dos hombres de Red Bull sigue siendo una especie de lavadora de alta velocidad: una vez que estás en ella, estás completamente exprimido y escupido de nuevo.
La sombra de Verstappen: un adversario indomable
La raíz del problema no es (solo) la gestión del equipo, sino el estilo de conducción único de Max Verstappen. El neerlandés no es ingeniero, pero sabe exactamente lo que necesita para ser rápido. Y el coche que le da Red Bull se adapta cada vez más a sus necesidades con cada actualización. Tan inflexible que incluso los pilotos de F1 más experimentados llegan a sus límites. Alexander Albon describió una vez el problema metafóricamente en un podcast:
"Imagina que estás jugando a un videojuego y pones la sensibilidad del ratón al máximo. En cuanto lo mueves, salta por toda la pantalla. Eso es lo que se siente al conducir el coche de Verstappen", dijo. Un reto que no todo el mundo puede dominar, sobre todo cuando te lanzan directamente del simulador al ardiente asiento del segundo Red Bull.
Lawson experimentó esta realidad de primera mano. Tras el Gran Premio de China, se dirigió por radio a los boxes frustrado: "El equilibrio fue bueno durante una vuelta. Luego se me fue el eje delantero y no pude transferir más potencia. Pido disculpas. Para ser sincero, lo intenté todo para solucionarlo". Pero en un coche que necesita la sensibilidad al volante de Verstappen, fue una lucha contra molinos de viento.
Mientras que Sergio Pérez al menos tuvo una fase en la que se familiarizó con el RB, Lawson no tuvo esa ventaja. La evolución del coche, caracterizada por las necesidades del prodigio de Países Bajos, simplemente no le dio ninguna oportunidad. Fue una carrera perdida incluso antes de empezar.
¿Qué le espera a Red Bull?
El destino de Lawson es probablemente el mismo que el de muchos que vendrán después de él. Mientras Max Verstappen esté en un lado del garaje, su compañero de equipo siempre tendrá que luchar por su supervivencia. ¿Y Red Bull? Seguirá viendo pilotos ir y venir... porque la maldición del segundo puesto ya no es una casualidad, sino una constante en la Fórmula 1.
Quien ocupe el lugar de Lawson: buena suerte. La necesitará.