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Carlos Vela: el genio al que no le gustaba el fútbol

Carlos Vela: el genio al que no le gustaba el fútbol
Carlos Vela: el genio al que no le gustaba el fútbolCLIVE BRUNSKILL / GETTY IMAGES EUROPE / Getty Images via AFP
El que para muchos es el futbolista más talentoso que ha dado México anunció su retiro como profesional en un escueto y corto mensaje en Instagram, un último simbolismo de lo que es como persona.

Lejos de la artificial zona hotelera de Cancún, en medio de calles polvorientas y desdichadas que no combinaban con el azul turquesa del agua del caribe mexicano, la cancha del pequeño club de barrio Ko´Cha´Wolis es, desde hace años, un sitio de culto futbolero en México por ser el lugar donde Carlos Vela comenzó a jugar, muy de niño y casi sin interés, a la pelota. 

Desde ese punto, Carlos estaba destinado a conquistar las pasiones de un país sediento de gloria, muy a su pesar. Su relación con el fútbol siempre fue agridulce y contradictoria. El primero de varios desencuentros con el deporte más popular del mundo lo tuvo en plena entrada a la adolescencia, cuando tuvo que elegir —casi a la fuerza— a la selección de fútbol de su estado por encima de la del básquetbol; su más grande pasión. 

Fueron los suyos quienes le dijeron que, aunque era muy bueno para los dos deportes, era más probable que tuviera más éxito en el fútbol; no se equivocaron. Esa decisión, a primera vista sencilla y sin peso alguno, terminaría construyendo una historia infinita que quedará para siempre guardada en los anales del fútbol mexicano. 

Lo que no pudo ser

Miguel Herrera fue técnico de la Selección Mexicana de Fútbol en Brasil 2014. Previo al Mundial, el Piojo tenía la certeza absoluta de que, para hacer historia y cruzar el maldito umbral de los octavos de final, su equipo debía girar en torno a Vela, en ese tiempo amo y dueño de la Real Sociedad, junto a Antoine Griezmann.

Para sorpresa de todo el país, Carlos rechazó ser convocado a su segundo Mundial. Hace unos días, el Piojo detalló en una entrevista la conversación que tuvo con el crack mexicano, cuando le comunicó su deseo de no ser parte de su equipo. “No me convoques, por favor. Porque si lo haces me voy a ver obligado a ir. Y no quiero”, le dijo Vela a Herrera. 

Jugar una Copa del Mundo es el santo grial de los sueños de todos aquellos que disfrutan de jugar a la pelota ya sea en un estadio lleno o en una liga amateur dominical. Pero mientras millones de personas lo equiparan con el mejor momentos de sus vidas, para Carlos Vela, un hombre fiel a sus principios, significaba más de un mes de concentración y entrenamientos monótonos que lo alejaban de su familia. Algo que simplemente no estaba dispuesto a hacer en aquel momento. 

“Hice lo que creí correcto, hice lo que mi corazón me dijo lo que tenía que hacer, y cuando uno no hace lo que cree que es conveniente para uno", contó Vela alguna vez. El mexicano jugaría dos Mundiales (2010 y 2018), muy poco para el pedazo de futbolista que fue. 

Ídolo en San Sebastián

Irónicamente, muy a su pesar, la pelota le devolvió todo lo que su talento se merecía. Campeón del Mundo sub-17 en 2025, cautivó a todo México con su zurda educada y su potencia para arrancar a toda velocidad: dos tributos que siguen siendo raros actualmente en la palestra de futbolistas nacionales. Tras ganar la bota de oro en la justa juvenil, Carlos fue fichado por el Arsenal de Arséne Wenger desde Chivas. Nunca debutó ni jugaría ni un sólo minuto en la Liga MX. 

No obstante, a pesar de que su talento pedía y anhelaba la élite exigente y voraz, Carlos jamás se preocupó por cumplir con las expectativas populares. Su mejor versión como futbolista la encontraría en la Real Sociedad, equipo en el que estuvo siete años deslumbrando y rechazando ofertas tentadoras de equipos poderosos. Su nombre representa idolatría en San Sebastián, un sitio lleno de belleza por doquier que encontró en la zurda del mexicano un motivo más por el cual poder suspirar. 

Cuando decidió partir de la la liga española, lo hizo sólo para mudarse a Estados Unidos, más precisamente a Los Ángeles, donde pronto sería visto de manera regular como un aficionado fervoroso de los Lakers y LeBron James.  “Yo siempre he dicho, que prefiero mil veces ver un partido de básquet que uno de fútbol”, dijo  en 2018 en un evento de la NBA.

Este martes, lejos del típico mensaje melancólico y extenso del futbolista que se retira con mucho dolor y sin poder aceptarlo del todo, Carlos escribió tranquilo: “No hay palabras suficientes para expresar el agradecimiento que tengo por mi familia, todos los clubes que me dieron la oportunidad y a la afición por su apoyo y cariño. Gracias”, escribió. Un adiós muy a su estilo, ese que priorizó siempre lo personal y que dejó para siempre la duda del alcance que pudo tener su talento si tan solo, tal vez por unos cuantos años, le hubiera gustado por completo el fútbol.