Nueve horas, dos trenes y un autobús. ¿El destino? Hällevik, hogar de los nuevos campeones suecos. Planear un viaje desde la capital hasta esta pequeña localidad de la costa sur no es sencillo, pero el trayecto ayuda a entender la magnitud de lo que esta peculiar entidad ha logrado.
A diferencia de los estadios de Malmö, Hammarby, Djurgarden o AIK, Strandvallen no está en una gran ciudad rodeada de edificios.
Al recorrer Hällevik, solo destaca un cartel amarillo entre las señales del camping, indicando dónde girar. Y solo después de caminar casi 300 metros se descubre el escenario donde el sueño se hizo realidad.

“Si no fuera por este título, nunca tendríamos a un periodista portugués aquí en Solvesborg. Así de importante es esto: ayuda a que la gente preste atención y descubra lo bonito que es esta zona”, comenta Gull-Brit Norberg, una aficionada que espera en la entrada del club con un regalo para los jugadores.

No hace falta mucho tiempo para ver qué hace especial a este equipo. No es una historia como la del Leicester: sí, los Foxes rompieron todos los pronósticos en la Premier League, pero contaban con el respaldo económico de un propietario que supo invertir.
En 2016, mientras Europa se enamoraba de N’Golo Kanté, Riyad Mahrez y Jamie Vardy en el King Power Stadium, el Mjallby luchaba por sobrevivir. En la tercera división, peleando por no caer a la cuarta categoría, este club pesquero intentaba evitar la quiebra en un sistema donde los inversores privados no pueden hacerse con el control de la entidad: la regla del 50+1.
Sin embargo, desde su peor momento, logró una ascensión meteórica. Cuatro años después, por si fuera poco, regresó a la máxima categoría; nueve años más tarde celebra un título histórico.
"Esto es histórico para el fútbol sueco, ni siquiera sé cómo describirlo. Al inicio de la temporada, nadie creía, ni siquiera nosotros. Sabíamos que teníamos un buen equipo, capaz de grandes cosas; la temporada pasada fue la mejor de la historia del club y aun así no nos conformamos. Ahora somos campeones", nos cuenta Elliot Stroud.
El secreto
Entramos en la casa del club y enseguida empezamos a entender cómo un club tan modesto ha llegado tan rápido a la cima.
La plantilla, animada, desayunaba y charlaba, mientras el personal del club, ocupado con sus tareas diarias, aún encontraba tiempo para saludar al visitante, preguntar qué necesitab e invitarle a tomar café o a comer algo. Un club humilde, como la comunidad que lo rodea, pero siempre acogedor.
"Este título lo significa todo. Los aficionados han pasado por momentos duros y no han tenido muchas alegrías, así que poder devolver algo a esta comunidad es realmente especial", afirma Jacob Bergström, autor del primer gol en la victoria ante el Göteborg que selló el título.
"En ese momento, toda tu carrera pasa por tu mente: todo te lleva a ese gol, es la prueba de que ha valido la pena", destaca el delantero de 30 años.

El citado Jacob, Elliot Stroud, Herman Johansson, Abdullah Iqbal y Romeo Leandersson ya han escrito su nombre en la historia del fútbol sueco, cada uno aportando en la conquista del título. Y ninguno duda al hablar del secreto.
"Tenemos un gran espíritu de equipo, buenos jugadores y buenos entrenadores. Es increíble ver cómo el Mjallby evitó la quiebra en la 2016 y dio pequeños pasos cada año, los justos para seguir avanzando. Ha sido increíble y los resultados hablan por sí solos", explica Bergström.
"Trabajo duro y nunca rendirse. Lo combinamos con un buen entrenador y buenos ojeadores. Quien llega aquí se adapta al máximo nivel. Esas son algunas de las claves", añade Johansson.
Es la historia de una región que sufrió mucho con el colapso de la industria del cuero en el siglo XXI, pero que ha sabido sobrevivir y mantenerse activa.
"Aquí no se viene por dinero"
Excepto Romeo, que es canterano, todos han llegado a la Allsvenskan gracias al Mjallby, procedentes de clubes de divisiones inferiores. Su política de fichajes está lejos de ser aleatoria.
“Buscamos jóvenes con carácter especial, que quieran venir a este pueblo pequeño, trabajar duro y aprovechar la oportunidad para dar el salto. Ya hemos vendido dos jugadores a Italia (Noel Tornqvist y Arvid Brorsson), así que este es un gran lugar para crecer y dar el siguiente paso", nos cuenta el director deportivo, Hasse Larsson, durante el entrenamiento.
"Llevo aquí 46 años y todavía no me lo creo: es el mayor logro del club", indica.
"A Mjallby no se viene por dinero ni por la vida fuera del fútbol. Se viene a jugar, porque tenemos un buen grupo, y a trabajar duro. Muchos de nuestros jugadores han trabajado y jugado al fútbol, y están agradecidos de estar en la Allsvenskan y poder llamar a esto su trabajo", dice J. Bergström, que llegó en la 2016 desde el modesto Ronneby.

El sentimiento de pertenencia es tan fuerte que incluso quienes tuvieron la oportunidad de marcharse en verano prefirieron quedarse y perseguir el sueño.
"Hubo conversaciones en verano y algunos clubes se interesaron. Yo no lo tenía claro porque nadie te garantiza ganar. Pero decidimos darlo todo por el título; necesitaba tiempo para asimilarlo, para centrarme en el Mjallby, y al final fue la mejor decisión", revela Herman Johansson, fichado desde Sandvikens en la 2020.
El momento clave
Esta temporada ha sido histórica, pero hay muchos ejemplos de equipos que empiezan bien y se desmoronan por el camino. El Mjallby, sin embargo, ha mostrado la regularidad de un campeón, terminando la temporada con el récord de puntos en la Allsvenskan, añadiendo aún más sorpresa.
Pero la pregunta sigue: ¿cuándo se dieron cuenta los jugadores de que realmente era posible? Las respuestas son variadas.
“Tuvimos muchos partidos especiales que nos hicieron pensar que todo iría bien, pero creo que cuando ganamos al Malmö fuera de casa, el club más grande del país, y jugamos realmente bien. Merecimos esa victoria, no fue solo un 0-1 de córner. Ahí nos dimos cuenta de que era posible", explica Stroud, algo en lo que Leandersson coincide.

“El partido contra el Brommapojkarna, donde ganamos con 10 jugadores, remontando y marcando. Ahí supimos que encontraríamos la manera de ganar”, dicen Bergström y Johansson.
Abdullah Iqbal, el primer pakistaní en ganar una liga de primera división en Europa, es más pragmático: "Esta ha sido mi primera temporada completa aquí, así que quise esperar a jugar contra todos los equipos una vez. Después de eso, me di cuenta de que podíamos ganarles a todos".
Futuro
Con la temporada terminada y el título asegurado, el Mjallby ya mira al 2026 pensando en el himno de la UEFA Champions League. El equipo entrará en la segunda ronda de clasificación, sabiendo que no podrá jugar en su modesto Strandvallen. Pero ese detalle no borra la sonrisa de nadie.
"Es una locura: cuando firmé en tercera división, nunca pensé que esto sería posible. Va a ser una experiencia increíble", sonríe Jacob Bergström.
Herman Johansson sueña aún más alto: "Es difícil pensar en el futuro. El Bodo/Glimt es de un pueblo en Noruega y llegó a semifinales de la Europa League. No debemos ponernos límites. Hay que seguir probándonos y continuar este camino".
Y es la oportunidad de jugar la Champions lo que mantiene la sonrisa de Hasse Larsson cuando piensa en lo que viene.

"Vamos a jugar la Champions League y muchos jugadores querrán formar parte de esto. No tenemos miedo. Se irán dos o tres, pero encontraremos nuevos. El futuro es prometedor. Tenemos una buena cantera, finanzas sólidas y gente de calidad en el club. No podemos parar, hay que seguir trabajando", concluye.
Trabajo duro y fe: los ingredientes de un cuento de hadas cada vez más raro en un fútbol dominado por el dinero.
