No podía ser otro. Tras más de una década de fracasos, el PSG de la era QSI por fin ha levantado la Champions League con Luis Enrique (55) al mando. El club parisino ha conquistado el título más deseado, no gracias a una constelación de estrellas, sino por elevar el juego colectivo por encima de todo. Y eso es mérito total del asturiano.
Después de revitalizar a España alcanzando las semifinales de la Eurocopa en 2021, y pese al fiasco de caer en octavos en el Mundial del año siguiente, Luis Enrique volvió a dirigir un club por primera vez desde su salida del Barça. Con el conjunto blaugrana, ganó la Champions con la MSN, un tridente que no necesitaba un plan de juego demasiado elaborado para marcar la diferencia.
En el PSG, la situación era distinta. Lionel Messi y Neymar se marcharon antes de reencontrarse con su antiguo entrenador, que puso fin al legado de Kylian Mbappé al término de la temporada 2023-2024. La escalada se produjo sin el máximo goleador histórico del PSG, con Ousmane Dembélé como guía. No fue algo que se construyera de la noche a la mañana. La primera mitad de la temporada fue complicada, especialmente en la Champions League. Durante la fase de grupos, dio la impresión de querer acelerar demasiado, pero nunca cambió de idea.
El City, como punto de inflexión
Hacía falta un punto de inflexión para que todo encajara, y llegó en enero. El PSG, que perdía 0-2 en el Parque de los Príncipes ante un Manchester City en plena descomposición, lo dio vuelta todo, con un Dembouz tocado que entró tras el descanso. Ese triunfo por 4-2, que no puede separarse del error de Paulo Gazzaniga en el último minuto del primer partido ante el Girona (1-0), salvó la temporada del PSG.
El Brest fue el aperitivo en la ronda previa y el club afrontó los octavos de final como Robert Lewandowski: empezó por el postre. El líder de la Premier League, el Liverpool, cayó eliminado en Anfield pese a haber ganado en París en la ida. En cuartos, Aston Villa dejó escapar su oportunidad. En semifinales, Arsenal no pudo mantener el nivel mostrado ante el Real Madrid. Nunca fue un camino fácil, pero Luis Enrique transmitió sus ideas y gracias a ellas el PSG superó al Inter en la final con contundencia.
Una apoteosis total, una muestra de lo que significa jugar como equipo. Incluso con el 3-0, 4-0 o 5-0, el PSG siguió presionando y acosando a unos nerazzurri agotados. Es el sello de Luis Enrique, el de un hombre que nunca se conforma.
