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La insoportable levedad de la Selección Mexicana de Fútbol

Henry Martin y César Huerta celebran un gol con México
Henry Martin y César Huerta celebran un gol con MéxicoALFREDO ESTRELLA / AFP
El Tri, su entorno y su gente culminan un año sumidos en incertidumbre de cara a un 2025 decisivo para los planes mundialistas de uno de los organizadores de la próxima Copa del Mundo. Con la misión de romper el maldito paradigma del cuarto partido, México palidece en una nueva crisis institucional que vuelve a hartar a todo el país.

La dura eliminación en fase de grupos del Mundial de Catar 2022 fue una bomba imposible de contener para los directivos, quienes de pronto se encontraron con que la amada selección mexicana, ese conjunto vestido de verde que mataba cualquier división social y de clases en el país, de pronto era rechazado y cuestionado por una afición dolida que ya no estaba dispuesta a entregar su amor sin condiciones. 

Para tratar de erradicar el clamor fúrico de la gente, la Federación Mexicana de Fútbol anunció, con cara seria y un tono de funeral, cambios estructurales para fulminar con todos los males de lo que la gente se quejaba: el dominio de unos cuantos directivos, la falta de transparencia y competitividad en la liga y, sobre todo, la carencia de un proyecto sólido al frente del Tri.

Una ‘Bomba’ para sacudirlo todo

La primera gran decisión de esta “nueva” era en la que ahora sí se priorizaría lo deportivo por encima de lo económico fue la designación de un Alto Comisionado de la Federación Mexicana de Fútbol para llevar a cabo todos estos propósitos. A mediado de 2023, Juan Carlos ‘Bomba’ Rodríguez apareció en un video contando que asumía dicho cargo. El exdirectivo de Adidas y Univision, avisó que tenía un plan y todo el apoyo para llevarlo a cabo. 

Para demostrar que tenía las riendas del lugar y poder, Rodríguez anunció la destitución de Diego Cocca como entrenador del Tri y, tras el nuevo fracaso en Copa América con otra eliminación en fase de grupos, hizo lo mismo con Jaime Lozano, antes de nombrar a Javier Aguirre con director técnico y a Rafael Márquez como auxiliar en una de las resoluciones de crisis más eficaces en los últimos tiempos en el entorno de la selección. 

Y mientras Javier intentaba armar un equipo de cara a los próximos compromisos del Tri, Rodríguez intentaba edificar un proyecto sólido para la Liga MX, sumida en severas críticas por su sistema de competencia que le daba acceso a liguilla hasta a 12 equipos y sin sistema de descenso. 

Con la espalda ganada por ser parte de las negociaciones para que la NFL volviera a organizar partidos en suelo mexicano, Rodríguez creyó que cambiar la idiosincrasia del fútbol nacional y romper con todos los tratos y manejos de los dueños de los equipos era pan comido. Enamorado de su propio apodo, el Alto Comisionado se tragó el cuento de que era el revolucionario que el fútbol del país necesitaba y empezó a idear una estrategia económica para hacer más redituable a la liga. 

La ‘Bomba’ desactivada

Pero, a pesar de las promesas, las estadísticas y la contratación de próceres como Aguirre y Márquez, el discurso de cambio que se intentó establecer en el ambiente nunca terminó de convencer a la afición en general. Lejos de dejarse convencer, y mientras Aguirre sorteaba una dura eliminatoria de Nations League de Concacaf frente a Honduras, la gente comenzó a darse cuenta que la nueva era estaba al punto del colapso.

Y es que si bien los dueños de los equipos y directivos de la federación aprobaron cualquier cambio en lo deportivo, cuando Rodríguez puso la mira en sus bolsillos comenzaron los problemas y los cuestionamientos a su gestión. Esta postura volvió a exasperar a la gente al ver que todo lo prometido no se iba a cumplir después de todo. 

Porque cuando Rodríguez logró idear un Fondo de Inversión por 1,300 millones de dólares para la Liga MX pronto se encontró con la abierta oposición de varios propietarios. Testarudo y entregado a la confianza plena en él mismo, la ‘Bomba’ exigió una aprobación unánime que era difícil de concretarse. 

Por eso, a días de la última junta de dueños de diciembre en la que participó, Rodríguez les avisó a Márquez y Aguirre que iba a renunciar a su cargo y les pidió a los dos que no hicieran lo mismo cuando los próceres futbolísticos mexicanos le dijeron que se iban con él. 

El adiós de Rodríguez fue batacazo mediático en el país. Entre la risa de algunos y el llanto de otros por ver que todo el plan maestro rumbo a 2026 se desmoronaba en pocos minutos, los grupos de poder de siempre volvieron a la palestra principal de la Federación, tal como siempre ha ocurrido y como se espera que pase hasta el final de los tiempos. 

Otro año sumido en la incertidumbre

Mientras tanto, la tensión se siente en el ambiente, gracias en parte a la ausencia de Aguirre de todos los partidos de la liguilla y sin animarse a emitir declaración alguna sobre todo lo que estaba pasando. 

Así, otra vez sin rumbo claro y con la renuncia de Márquez y Aguirre amenazando en el horizonte, la Federación Mexicana de Fútbol vuelve a arrancar de cero en sus aspiraciones rumbo a la Copa del Mundo. Un aspecto deportivo que parece poco importarle a unos directivos que se pelean por el poder y todo lo que implica comandar a una de las selecciones nacionales de fútbol que más dinero genera en el mundo. 

Un contexto conocido por una noble afición a la que cada vez le importa menos su selección nacional, a la que ven más como un producto de algunos pocos y no como la representación pasional de más de 120 millones de personas que se supone que debería ser.