Ha sido una semana turbulenta para el egipcio, que saltó a los titulares de todo el mundo tras sus explosivas declaraciones después del empate a 3-3 del Liverpool contra el Leeds United.
Sin embargo, las tensiones se aliviaron el sábado, cuando Salah marcó su regreso a la plantilla de los Reds con una asistencia en la victoria por 2-0 sobre el Brighton, la tónica perfecta antes de un mes enorme en Marruecos.
La atención de Salah se desplaza ahora a su larga persecución de un primer título de la AFCON con Egipto, ya que los Faraones comienzan su campaña contra Zimbabue el 22 de diciembre.
Se trata del último capítulo de una montaña rusa para el jugador de 33 años, que ya ha sufrido varias decepciones en la escena internacional.
Esta vez, apoyado por jugadores de la talla de Omar Marmoush y Mostafa Mohamed, estará más desesperado que nunca por resarcirse de las decepciones anteriores y devolver a su país a la cima del fútbol africano.
Una historia de fracasos
Tras debutar con la selección absoluta en 2011, Salah tuvo que esperar hasta 2017 para disputar su primera AFCON, ya que Egipto no logró clasificarse para tres torneos consecutivos en 2012, 2013 y 2015.
Esto se produjo después de un notable periodo de éxitos para los Faraones, que, liderados por jugadores de la talla de Ahmed Hassan y Mohamed Aboutrika, ganaron tres AFCON consecutivas entre 2006 y 2010.
El hecho de que Salah no se clasificara para la máxima competición internacional africana no fue por falta de ganas, ya que el extremo marcó 29 goles en sus 46 primeras convocatorias desde septiembre de 2011 hasta finales de 2016.
Decidido a recuperar el tiempo perdido, brilló en la edición de 2017 en Gabón, liderando a Egipto hasta la final, en la que se quedó a las puertas por culpa de un gol tardío de Camerún.
Con dos goles y dos asistencias en los seis partidos que disputó Egipto, Salah se ganó un puesto en el Equipo de la CAF del Torneo, al tiempo que subrayó su condición de mejor jugador del continente.
En el verano de 2017 fichó por el Liverpool y, tras una espectacular campaña de debut en Anfield en la que batió récords, parecía en plena forma para encabezar las esperanzas de Egipto en la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018.

Era la primera participación de los Faraones en una fase final de la Copa Mundial desde 1990. Sin embargo, Salah se vio obligado a perderse su primer partido de la fase de grupos, contra Uruguay, debido a una lesión en el hombro que le infligió Sergio Ramos en la final de la Liga de Campeones de la UEFA.
Salah regresó para disputar el resto de la fase de grupos, pero a pesar de marcar contra la anfitriona Rusia y Arabia Saudí, no pudo evitar que su selección se marchara del torneo sin sumar ni un solo punto.
La atención se centró rápidamente en una AFCON en casa en 2019, con el país anfitrión, Egipto, entre los firmes aspirantes al título.
Las victorias sobre Zimbabue, la R. D. del Congo y Uganda en la fase de grupos (con un gol de Salah en las dos últimas) supusieron un estímulo adicional, pero las esperanzas de toda una nación se desvanecieron en octavos de final, cuando Egipto cayó estrepitosamente ante Sudáfrica.
Cuando llegó la AFCON 2021, Salah había sido nombrado oficialmente capitán de su país, y el delantero estaba más decidido que nunca a hacerse con un trofeo.
Sin embargo, en Camerún Egipto volvió a estar tan cerca y tan lejos, y los Faraones cayeron en el último obstáculo por segunda vez en cuatro años.
El penalti que dio la victoria a Senegal en la tanda fue transformado por Sadio Mané, compañero de Salah en el Liverpool, quien también anotó el lanzamiento decisivo un año después para derrotar a Egipto en la última ronda de clasificación para el Mundial de 2022.
La decepción de ese doble golpe se agravó en la AFCON 2023, donde Salah se vio obligado a retirarse de la competición tras sólo dos partidos.
Tras transformar un penalti en el primer partido de Egipto en la fase de grupos y convertirse en el primer egipcio en marcar en cuatro Copas Africanas de Naciones diferentes, Salah sufrió una lesión en los isquiotibiales apenas cuatro días después, que puso fin a su participación en el torneo.
En ausencia de su capitán, Egipto superó la fase de grupos a duras penas, antes de caer en octavos de final a manos de la R.D. del Congo, a la postre semifinalista.
Cimentar su legado
A pesar de su fracaso en la máxima competición africana, Salah sigue siendo una figura venerada en Egipto.
A sus 33 años, ha disputado 109 partidos con los Faraones, ha marcado 63 goles y ha sido elegido mejor futbolista africano del año tanto en 2017 como en 2018.

Es más, Salah está a solo cinco goles del récord goleador de todos los tiempos de Hossam Hassan con Egipto, un total que seguramente superará en 2026.
Sin embargo, a pesar de todos sus logros en la escena internacional, Salah sabe mejor que nadie lo importante que es conseguir un título de la AFCON para su nación.
A lo largo de su carrera, ha sido un palo con el que se le ha golpeado, especialmente con los éxitos en su club, el Liverpool, que a menudo le han colocado en la carrera por el prestigioso Balón de Oro.
Superar la línea de meta en un gran torneo no sólo reforzaría la posición de Salah en esos debates, sino que también consolidaría su lugar junto a grandes egipcios como Aboutrika, Hassan y Essam El-Hadary.
Una cosa es segura: sería absurdo dudar de Salah. Como ha demostrado a lo largo de su vida, los fracasos y contratiempos anteriores pueden utilizarse como fuente de motivación y no como obstáculo para el éxito.
Puede que el año que viene cumpla 34 años, pero dada su inmaculada condición física y su deseo de seguir jugando al más alto nivel, hay muchas posibilidades de que su momento cumbre con Egipto esté a la vuelta de la esquina.
La conquista del título de la AFCON en Marruecos le vendría de perlas...
