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'Antonio de Triana' y Sevilla, un amor folclórico

Antony vuelve a jugar con el Betis
Antony vuelve a jugar con el BetisANDRZEJ IWANCZUK / NurPhoto / NurPhoto via AFP
Tres meses y medio después, Antony volverá a vestir la camiseta del Real Betis, tal y como él soñaba. El brasileño jugará ante el Levante su primer partido siendo un jugador de la propiedad del conjunto verdiblanco.

Antony Matheus dos Santos, 'Antonio de Triana', ha vuelto. Nació en Osasco, un municipio de la zona metropolitana de São Paulo, pero cuatro meses le bastaron para sentir un flechazo y caer perdidamente enamorado de la luz verdiblanca de Sevilla. Una belleza sin igual que lo engatusó con su calor, su cariño y sus cantos al oído.

Venía de una relación tóxica en la que Antonio no podía ser él mismo. Pero no lo veía hasta que tuvo un espejo donde comparar. Ahí se dio cuenta de que debía salir corriendo y no mirar atrás. El verdiblanco le sentaba mucho mejor y le hacía bien. Por eso, aunque le tocaba volver de su Erasmus soñado por la capital de Andalucía, hizo todo lo posible para reencontrarse con su Betis sin querer saber nada más de nadie.

Este domingo, el brasileño de corazón hispalense vuelve a llevar las 13 barras con orgullo por España. Aún no podrá reencontrarse con el público que abarrotaba el Aeropuerto de San Pablo porque le toca visitar Valencia para enfrentarse al Levante, contra el que disputará sus primeros minutos siendo ya un jugador de la propiedad del Real Betis Balompié. El próximo viernes 19 volverá a oír sus cánticos en La Cartuja, en un duelo directo contra la Real Sociedad.

Las estadísticas de Antony
Las estadísticas de AntonyFlashscore

Los heliopolitanos tuvieron que hacer otro esfuerzo importante para que hubiera reencuentro, pero es que estaban destinados a volverse a ver. Mientras Antony entrenaba por su cuenta y hacía vida en una habitación de hotel, la directiva bética mantenía encuentros constantes con el Manchester United para encontrar un punto intermedio. La solución llegó el último día de mercado, con 22 millones de euros y tres en bonus, además del 50% de una futura plusvalía. Tres años antes, los 'red devils' habían pagado 95 'kilos' para llevarse del Ajax a uno de los extremos más prometedores de Europa. Potente, eléctrico, refrescante.

Pero nada de eso apareció en la gris Mánchester, un lugar que en la última década ha perdido su lustre. Al menos, en el lado rojo diablo de la ciudad. La gloria y el respeto infundado por los equipos de Sir Alex Ferguson se esfumaron y el United se convirtió en una trituradora de entrenadores y futbolistas que circulan sin pena ni gloria. Antony, de un carácter particular, se enrocó a dar vueltas en círculo, frustrado y sin capacidad para destacar. Convertido en meme, ridiculizado en ocasiones, no se asomó lo más mínimo a la versión que el propio Erik ten Hag había sacado de él en la Eredivisie.

Por eso no eran de extrañar las dudas cuando el Real Betis se atrevió a pedir la cesión de Antony. Con Rúben Amorim había caído definitivamente en el ostracismo, escondido en un rincón de un Manchester United falto de creatividad que tampoco la había encontrado en él. Y serían el sol, la Alameda de Hércules, el solomillo al whisky -pero sin whisky- o el libreto de Manuel Pellegrini, que el paulista echó a brillar repentinamente. El 25 de enero se confirmaba su cesión y el 2 de febrero estaba debutando como titular frente al Athletic Club. Solo abandonaría el once por descanso en dos de sus 24 partidos, en los que acabó firmando nueve goles y cinco asistencias.

La leyenda de 'Antonio de Triana' se comenzó a forjar con una semana fantástica en la que marcó contra el Celta, anotó en Conference League frente al Gante y le hizo otro tanto, además de una asistencia para Marc Roca, en la goleada a la Real Sociedad. Ese Betis venía también en un estado casi depresivo tras arrancar 2025 con mal pie, pero la sonrisa picarona del 'brasileño-hispalense' lo cambió todo. Conectó inmediatamente con el recuperado Isco Alarcón, marcó goles clave (Vitória Guimaraes, Fiorentina, Espanyol...) y llevó al equipo hasta la final de la Conference League, donde el Chelsea de Maresca impuso su autoridad.

Aquel doloroso 28 de mayo fue su último partido. Días después se marchó con la Selección Brasileña, a la que volvía dos años después gracias a su espectacular papel en el Betis, y se despidió de Heliópolis con un texto hermoso y sentido: "El fútbol siempre estuvo allí. Siempre fue mi refugio. Hasta que un día, todo se vino abajo. Del cielo al infierno. El balón dejó de entrar, la alegría fue desapareciendo, mi mundo se oscureció y empecé a dudar de mí mismo. De mi talento y de mi pasión por el fútbol. Fue entonces cuando el fútbol me dio un último regalo. Ustedes".

"Fue como volver a casa, como reencontrar una parte de mí que creía perdida. Con ustedes, volví a sonreír. Con ustedes, reencontré al niño de antes. Aquel que amaba el fútbol con todo el corazón. Con ustedes, el fútbol volvió a ser amor. El amor verdadero", escribía Antony con el corazón en la mano. Era un hasta pronto consciente de lo difícil y puñetero que es el fútbol, una mayúscula empresa en la que el interés económico convierte este deporte en un frío amasijo de hormigón. Pero debajo, en el núcleo, siempre queda un rastro de calor humano que aviva historias como esta.

A orillas del Guadalquivir, en su Triana, al otro lado de la Torre del Oro, Antony cerró el círculo con una presentación lacrimógena. Ni por su cabeza ni por la de su familia pasaba otra cosa que no fuera volver a estar en ese enclave. "Mi mujer ya estaba aquí desde hace días. Me dijo 'yo no sé si vas a volver, pero yo ya estoy aquí'". Por lo pronto, su contrato con el Real Betis es hasta 2030. Pero su vínculo con Heliópolis y toda Sevilla es para toda la vida.

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