Lo dijo Almeyda en una emotiva charla técnica durante el entretiempo del Sevilla-Barcelona: ellos venían cansados. Había que hacerlos correr.... y así fue. El FC Barcelona recogió dos derrotas en una semana complicada antes del parón de selecciones de octubre, una pausa que le cae de maravilla al equipo blaugrana.
El golpe de la Champions ha pesado. El PSG ha sido muy superior al Barcelona. Los dirigidos por Luis Enrique han demostrado una vez más las razones que los llevaron a coronarse como campeones de la competición en verano tras golear al Inter en una de las finales más disparejas de los últimos años.
En la segunda parte, en especial, el Barcelona no manejó el partido. La presión alta del PSG pudo con la distribución de Pedri, Dani Olmo y compañía. Nuno Mendes se llevó por delante a Lamine Yamal y Raphinha tampoco generó el juego esperado.
Dura caída en Sevilla
En el Ramón Sánchez Pizjuán el Barcelona sufrió otro revés. El Sevilla le propinó un doloroso 4-1 (engañoso, porque el Barça estuvo a nada de poner las tablas pero Lewandowski falló un penalti) que impulsó al Real Madrid hacia el liderato de LaLiga. Segundo revés en el torneo doméstico para los culés, que empataron con el Rayo (gracias a un soberbio Joan García) jornadas atrás.
Después del parón, el Barcelona choca contra el Girona de Míchel en un partido que promete: ambos planteles, en diferentes momentos, necesitan sumar. Al Barça le vendría bien el triunfo para limpiar un poco la imagen de la última semana. Para el Girona, ganar es más que un objetivo, es una necesidad para reconducir el proyecto de Míchel, que no empezó de la mejor manera en la presente temporada.