José María del Nido Carrasco ha decidido apagar el incendio que hay en Nervión de la forma más recurrente y habitual: con el despido del entrenador y, para completar la jugada, el regreso de Joaquín Caparrós. Si algo define a este último es que se trata de una figura carismática, querida por la afición y que conoce la casa a la perfección. Este nuevo cambio de guion, desde luego, refuerza la idea de que la entidad funciona a golpe de arrebatos sentimentales.
Pese a que no parece haber demasiado temor de cara a la permanencia, la racha de cuatro derrotas consecutivas y el irrespirable clima que hay en las gradas ha sentenciado al hasta ahora preparador del Sevilla. "El equipo, creedme, está muy vivo y estoy convencido de que el final de temporada será buenísimo. Sigo sin tener ninguna duda", ha explicado a través de un comunicado en el cual también da las gracias a al club, a sus trabajadores y a los aficionados.
"Haber podido trabajar con todos los recursos materiales y humanos de este gran club ha sido para nosotros (incluye al resto del cuerpo técnico) un privilegio", explicó Pimienta, quien dedicó unas cariñosas palabras a los fieles sevillistas: "En tiempos revueltos han estado siempre ahí, apoyando incansablemente al equipo y alentándonos a mejorar en cada uno de los partidos. Haber sentido el Ramón Sánchez-Pizjuán como nuestro nos quedará grabado para siempre. Ha sido un honor".
Entre los mensajes que ha recibido el ex del Barça en las últimas horas, hay que destacar el de Miguel Ángel Ramírez, presidente de de la Unión Deportiva Las Palmas, quien espera que "algún día" vuelva al conjunto canario. Lo único seguro por el momento es que el catalán se suma al amplio grupo de entrenadores parados. Diego Martínez, de hecho, seguirá "la próxima campaña" porque el citado dirigente está absolutamente convencido de que se mantendrán en la élite.