La historia de Aurélien Tchouaméni (25) en el Real Madrid puede traducirse en una frase: subidas y bajadas. El francés, que aterrizó en Chamartín en la 2022-2023 tras realizar una campaña positiva con el A.S Mónaco ( la operación tuvo un valor de 80 millones fijos más 20 en variables), tiene, como todo ser humano, momentos buenos y momentos malos. El problema, en su caso, es el fútbol suele recordar más los errores que los aciertos, en especial cuando un integrante de la línea defensiva falla.
Un delantero puede perder un gol. Tendrá más opciones para recuperarse. Cuando un pivote, un defensa o un portero se equivocan, la acción casi siempre termina pasando factura.
Tchouaméni llega al Bernabéu con la intención de darle descanso a un Casemiro que sostuvo su nivel de importancia hasta en su última temporada como merengue.
Dos campañas después, el galo no le da descanso a nadie en la plantilla: es un titular habitual en el sistema de Ancelotti, incluso superando a Camavinga que, precisamente, brilló hace dos campañas y llegó a ser utilizado como lateral izquierdo cuando las urgencias así lo impulsaron. De un lado, Tchouaméni ha sido utilizado como zaguero tras las complejas lesiones de Alaba y Militao. Del otro, con la aparición de Asencio y el regreso de David Alaba ha regresado a su zona natural, el pivote, y ha vuelto a destacar.

El francés tomó con bastante madurez los pitos que recibió al regresar al Bernabéu tras el fatídico 2-5 del Barcelona en la Supercopa. Incluso fue elogiado por sus compañeros a raíz de la tranquilidad con la que tomó las críticas. Un mes más tarde, ha mantenido un rendimiento aceptable y vuelve a demostrar que maneja una potencia física y ritmo que, sin duda, le dan una mano enorme al cuerpo técnico.
Tchouaméni llega a tope a la parte más importante de la temporada. Semana crucial para el Real Madrid, que definirá en la vuelta del euroderbi su curso en la Champions.