Inmerso en el Bajío mexicano, allí donde el gran José Alfredo Jiménez cantó que “la vida no vale nada”, el Club León ha sabido consolidarse como un histórico del fútbol mexicano, tras una etapa oscura en la que deambuló en el ascenso sin un proyecto deportivo estable y con una dirigencia errática y llena de manejos oscuros.
Fueron 10 largos años los que el Club León pasó en el infierno del ascenso. Desde 2002 hasta el 2012, el cuadro Esmeralda pasó por situaciones inverosímiles dignas del caótico fútbol mexicano en el que algunos dueños pecaban de ególatras y avariciosos por lo económico, con más demagogia que certezas.
Pero esa pesadilla terminó cuando el Grupo Pachuca compró en 2010 al equipo e inyectó una dosis de ilusión a una afición ferviente y entrega a su equipo. Y aunque la organización de Jesús Martínez tardó un par de años en concretar el anhelado ascenso, los Esmeraldas comenzarían a recobrar el tiempo perdido.
El 2012 será para siempre el año en el que el Club León cambió su destino. Consolidada su presencia en la Primera División, el equipo Esmeralda ganaría un bicampeonato soñado y su marca se internacionalizó con potentes fichajes; el último de ellos es el de James Rodríguez y con la consolidación institucional que había carecido durante muchos años.
No obstante, a pesar de su poder dentro de la mesa chica del fútbol mexicano, el revés que le dio la FIFA al dejarlo fuera del Mundial de Clubes por la multipropiedad de sus dueños, fue determinante para acelerar la decisión de vender un porcentaje mayor del club que venía pensándose desde finales del año pasado.
Un contexto también favorecido por la entrada de capital extranjero al fútbol mexicano en Querétaro y Necaxa, que han abierto la puerta a una serie de decisiones a mediano plazo para tratar de vender los derechos televisivos de la Liga MX a un fondo de inversión multimillonario que sigue convenciendo a dueños de equipos que siguen con ciertas dudas sobre el proyecto.
Sin embargo, a diferencia de las inversiones en Querétaro y Necaxa, así como la próxima venta de Atlas, el anuncio de Jesús Martínez Munguía, presidente del León, en el que confirmó que venderá un porcentaje mayoritario a más tardar para junio de 2026, justo previo al inicio del Mundial, consolida el cambio que paulatinamente está viviendo el fútbol mexicano.
El hecho de que Grupo Pachuca, una de las multipropiedades y consorcios más fuertes del fútbol mexicano termine, encamina sin freno a la nueva era del fútbol mexicano. “Desde hace dos año hemos tenido contactos tanto con fondos (de inversión) como con particulares que pueden venir invertir a este equipo”, dijo Martínez, quien avisó que pretende quedarse con un pequeño porcentaje del equipo.
Martínez ha dejado claro que su equipo, con todos sus activos y tomando en cuenta que, según él, la franquicia tiene una gran preponderancia en el fútbol mexicano como un club consolidado, su León vale más que los 120 millones de dólares que Innovatio Group pagó hace un mes por el Querétaro. “Sabemos que estas inversiones son muy buenas, no por nada un fondo quiso entrar con una cantidad muy importante tanto la liga como la federación, así que yo creo que nosotros vamos a llevar por ese camino todo todos estos estos ejemplos”.