El 52º cumpleaños de Paulo Fonseca fue extraño. En lugar de soplar las velas, el Comité de Disciplina de la LFP le impuso una dura sanción por su agresión a Benoît Millot durante el tiempo añadido del partido contra el Brest (2-1). Aunque el portugués se disculpó verbalmente tras el partido y por escrito después, no fue suficiente para mitigar la sanción. No volverá al banquillo hasta el 30 de noviembre de 2025.
En un contexto especialmente tenso, con Pablo Longoria suspendido 15 partidos tras acusar al cuerpo arbitral de corrupción, estaba claro que el comportamiento del entrenador del Lyon sería duramente castigado.
Tal y como aplica la UEFA para las competiciones europeas, también está suspendido de los vestuarios, los pasillos y la comunicación con sus asistentes.
Después de que John Textor destituyera sin contemplaciones a Pierre Sage a finales de enero, se trata de una auténtica bofetada. Ya destituido en el Milan la noche de un partido en el que fue expulsado, ¿seguirá Fonseca al frente del Lyon, sabiendo que fueron sus jugadores, Corentin Tolisso en primer lugar, quienes tuvieron que separarle del árbitro para evitar que las cosas fueran a peor?
En términos más generales, la reputación del entrenador ha quedado muy dañada, y la calidad del juego de sus equipos podría no bastarle ya para ganarse otro alto cargo en el futuro.