Al ser cuestionados por el equipo al que iban a enfrentar en su debut en el Mundial de Clubes, los futbolistas del Inter de Milán decidieron alejarse de la corrección política y aceptaron no conocer en gran medida al Club de Fútbol Monterrey y se limitaron a nombrar a los futbolistas españoles Sergio Canales, Oliver Torres y Sergio Ramos.
El eurocentrismo de las declaraciones no tardó en causar una normal molestia entre la gente de Rayados, dueños del ego sin tintes ni vergüenza que está afincado por naturaleza en cada habitante de Nuevo León, México. El norteño estado mexicano es la entidad industrial más importante del país y, ese aspecto es un eje fundacional en la personalidad del regiomontano.
Junto a esa forma de ser, el fútbol completa la parte pasional de su personalidad y, entre dos clubes distintos de su capital Monterrey, los regios no disimulan a la hora de mostrar su júbilo por los colores que han jurado defender hasta el final de sus días. Y entre ellos, muchos sienten orgullo por ser de Rayados, el club que lleva el nombre de la ciudad.
Acostumbrados a ser protagonistas en México gracias a su poderío económico con el que, temporada tras temporada, suelen armar planteles con nombres jerárquicos que empoderan a la raquítico campeonato local. Por si fuera poco, Rayados ha construido un gran estadio que fue elegido para albergar parte de los partidos de la Copa del Mundo de 2026 que se jugarán en el país.
A ese contexto arribaron Sergio Carles, Oliver Torres, Lucas Ocampos y Sergio Ramos, entre otras tantas figuras de renombre con el correr de los años. Futbolistas que fueron aprendiendo el vaivén emocional que implica ser de Rayados y la exigencia de una afición que no solo quiere ganar, sino superar sin disimulo y descanso a quien se le pongan de frente.
Por eso, a pesar de la lógica disparidad entre los dos equipos, la “afrenta” de los interistas al ningunear todo lo que son, enfureció a la gente, pero también a los futbolistas. En palabras de Sergio Ramos, un futbolista que ya ganó todo lo que jugó en el máximo nivel pero que vive para competir ante la menor provocación, que al interior del cuadro italiano desconozcan contra quien jugarán es combustible puro para el cuadro mexicano.
“Quizás conozcan cuatro o cinco nombres de nuestro equipo, pero eso tiene sus pros y sus contras. Para nosotros es una motivación y quizá para el rival, el desconocimiento, puede generar sorpresa. Si solo conocen a dos de nosotros, mucho mejor porque mañana verán el nivel de algunos jugadores que tenemos, con muchísimo talento, que quizá no conozcan tanto”, aseguró Ramos con un tono atrevido en la conferencia de prensa del día previo al partido.
Con una Copa del Mundo en sus espaldas, Ramos no quiso que el atisbo de inferioridad se acomodara, por si quiera un instante, en el seno de Rayados, donde el andaluz anhela que exista un cambio de mentalidad que pueda contra todo. “Le venimos a jugar de tú a tú a cualquier equipo y venimos a darlo todo. Después del futbol, el talento, los pequeños detalles marcan la diferencia. La mentalidad es jugarle de tú a tú a cualquiera”.
Y esas palabras, desde la boca de su capitán y de uno de los mejores jugadores en la historia del fútbol, han encendiado, todavía más, la pasión de la gente de Rayados que ha prometido inundar el mítico Rose Bowl de Los Ángeles con la esperanza de que el Inter de Milán y sus futbolistas nunca puedan olvidar al Club de Fútbol Monterrey.
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