La derrota más dolorosa de México en Copas del Mundo, desde la expectativa previa que existía, es la eliminación de octavos de final en Corea-Japón 2002 frente al Estados Unidos de Landon Donovan. Ese mismo año, como una analogía de los tiempos que vendrían, los directivos mexicanos iniciaron un lucrativo acuerdo que terminaría de provocar una desconexión con el público de casa.
Conscientes del contexto socio político de la región, la Federación Mexicana de Fútbol, la Major League Soccer (MLS) y la Concacaf, junto a otros socios comerciales, crearon Soccer United Marketing (SUM), una empresa de marketing con sede en Estados Unidos que, desde entonces, ha sido la encargada de organizar los partidos del Tri en ese país, los cuales han terminado de desconectar a la afición mexicana con su propio combinado nacional.
Daño cultural, ganancias astronómicas
El contrato con SUM, que hace unos años se extendió hasta 2028 y que parece que finalizará tras 26 años, le otorga a la Federación Mexicana de Fútbol tres millones de dólares por cada partido que el ‘Tri’ juega en Estados Unidos, sin importar el rival o la asistencia, con un total de cinco compromisos, mínimo, por año.
Es decir, en cada proceso mundialista, la Federación recibe 60 millones de dólares. Desde 2002, las arcas de la organización han acumulado 480 millones. Una cifra lograda gracias a la melancolía de los mexicanos en Estados Unidos que le dan un mimo a su nostalgia viendo al Tri en cancha, sin importar los pobres rivales que normalmente hay del otro lado de la cancha.
Un panorama que terminó por afectar a la afición en territorio mexicano que pronto supo que su aliento valía mucho menos de los dólares que se acumulaban en Estados Unidos. No fue extraño que, cuando al ‘Tri’ le tocó jugar en casa por eliminatoria mundialista, la desconexión se hizo notar de inmediato, provocando un daño cultural que este sábado tuvo su episodio más recalcitrante, a solo unos meses del Mundial.
Jiménez y Álvarez aumentan la desconexión
Los abucheos a Raúl ‘Tala’ Rangel, arquero de Chivas, aparecieron desde el primer minuto del partido con una afición enojada por ver a Carlos Acevedo, portero del Santos local en el banco de suplentes. Esa medida, que provocó sorpresa en redes sociales, fue exacerbándose conforme iba pasando el tiempo. Los insultos al guardameta titular mexicano e incluso a Javier Aguirre terminaron por desesperar el seno de un grupo que intenta llegar de la mejor forma posible al Mundial del próximo año.
Primero fue Edson Álvarez, capitán y máximo referente del Tri, quien al ver las cámaras de televisión mientras se dirigía al vestidor tras el empate a 0 goles, dijo: “Qué bonito jugar en casa”. La ironía del futbolista del Fenerbahce comenzó un cúmulo de opiniones sobre lo ocurrido. Pero, ya con el ánimo a tope, sería Raúl Jiménez quien terminaría de incendiar todo el ambiente.
“Lo que da tristeza es jugar de local y que te abucheen; que ‘fuera Vasco’, que le griten p*** al portero. Eso es lo que da tristeza, la verdad. Pero bueno, así es esto. Tal vez por eso siempre nos llevan a Estados Unidos”, dijo ante los micrófonos y las cámaras de televisión, Raúl Jiménez. Una frase que provocó un terremoto en la afición mexicana, ya de por sí dolida, que ahora se sintió despreciada por uno de sus máximos referentes.
Una frase que ha vuelto a calar profundo en una relación complicada entre gente y selección que intentaba sanar de algún modo, a meses de que México inaugure su tercer Copa del Mundo en casa.
