España necesitaba la victoria y salió a por ella desde el saque inicial. Ridu y David Ardil tuvieron sendas ocasiones antes de que el partido sumase los primeros 120 segundos de juego. La del primero, salvada milagrosamente por Torohia en un escorzo inverosímil.
Tras esos dos prometedores ataques, los minutos de convirtieron en un correcalles en el que ambos equipos chutaban a puerta sin suerte.
España abre la lata
Hasta que llegó una falta muy escorada que Chiky preparó con mimo y Ramy ejecutó a la perfección al palo largo la meta polinesia para adelantar a España en el último instante del primer acto.
No cambió el cariz del partido cuando empezó a descontar del cronómetro el minuto 12+1. La Selección Española atacaba e intentaba mantener el balón en su posesión, acercándose al área tanto con jugadas combinativas como con disparos lejanos de Chiky, Antonio o David.
Precisamente David primero tras un recorte y Suli Batis, que siempre aparece, con un golazo por la escuadra sin ángulo aumentaron la diferencia de la Selección. Medio minuto después, Tinirauarii dejó de nuevo la distancia en un par de goles. Otros 20 segundos más necesitó Tetauira para reducir la distancia a un solo tanto en un segundo tiempo de no parar en el marcador.
No contentos con eso, Juanmi desde su propia portería y Chiky robando un balón y regateando el portero, subieron el cuarto y el quinto para España. Volvía el colchón de tres y así empezaba la última 12ª de minutos.
Los de Christian Méndez tenían claro que este partido no se podía escapar y siguieron con la apisonadora. Ramy de cabeza y Suli Batis tras un pase de la muerte de Kuman marcaron el sexto y el séptimo de España.
Y ahí dejaron los guarismos de moverse. Cinco goles de diferencia para la Selección Española y una clasificación tan brillante como el amarillo verdoso que refleja la camiseta de los nuestros bajo los fotos del Paradise Arena.