Con el parón internacional en marcha, es el momento ideal para repasar no solo la extraordinaria trayectoria de Granit, sino también la historia de su familia. Él y su hermano Taulant forman parte de ese selecto grupo de hermanos que han defendido diferentes selecciones mientras forjaban su propio camino en el fútbol europeo.
De Basilea al escenario mundial
Nacido en Basilea en 1992, hijo de padres albaneses procedentes de Kosovo, Granit Xhaka creció en un hogar donde el fútbol y el orgullo familiar eran fundamentales. Su padre sufrió prisión política en Yugoslavia antes de que la familia se estableciera en Suiza, lo que permitió que tanto Granit como su hermano mayor Taulant pudieran formarse en la cantera del Basilea.
El talento de Granit se hizo notar desde muy joven: centrocampista con visión, gran capacidad de pase y un instinto natural para el control del juego. Con solo 18 años ya levantaba títulos de liga suiza con el Basilea y despertaba el interés de grandes ligas europeas. En el 2012, el Borussia Monchengladbach lo fichó, ofreciéndole el escenario perfecto para consolidarse como un mediocentro de referencia.
Etapa en el Arsenal: crecer a base de fuego
Granit Xhaka llegó al Arsenal en el 2016 por una cifra superior a los 30 millones de libras. En el Emirates se consolidó rápidamente en el centro del campo, destacando por sus desplazamientos largos, inteligencia táctica y carácter competitivo. Su temperamento fuerte le llevó a ser protagonista de varios titulares, especialmente tras el polémico episodio de la capitanía en octubre del 2019.
Durante un partido de Premier League ante el Crystal Palace, la afición del Arsenal abucheó a Xhaka tras una mala actuación colectiva. Frustrado, respondió con gestos airados hacia la grada, se quitó el brazalete de capitán y, al retirarse al vestuario, lanzó la camiseta al suelo, lo que generó una gran polémica y críticas generalizadas. El incidente le costó una breve suspensión y abrió un intenso debate público sobre la relación entre jugadores y aficionados.
Sin embargo, Xhaka supo convertir ese episodio en un punto de inflexión. En las temporadas siguientes, recuperó la confianza de la afición, maduró como líder y canalizó su intensidad para motivar a sus compañeros en lugar de enfrentarse a la grada. Su capacidad para combinar disciplina táctica y calidad técnica se convirtió en su sello, consolidándolo como un referente fiable tanto dentro como fuera del campo.
Gloria en Leverkusen y un nuevo reto
Cuando Xhaka dejó el Arsenal en el 2023 para fichar por el Bayer Leverkusen, muchos pensaron que era el principio del final de su carrera. Pero ayudó a que el equipo de Xabi Alonso lograra un histórico título de Bundesliga. Seguro con el balón, incansable en la presión y siempre comunicativo, demostró que seguía siendo un jugador de primer nivel.
Por eso, cuando el recién ascendido Sunderland anunció su fichaje en el verano del 2025, volvió a sorprender a todos. ¿Por qué un jugador de Champions League se uniría a un recién llegado a la Premier League? Pero Granit Xhaka vio algo: un proyecto, un reto y quizá la oportunidad de dejar huella en el fútbol inglés más allá del Arsenal.
Y, de momento, la apuesta está saliendo bien. El centro del campo del Sunderland, que antes era su mayor debilidad, se ha convertido en su gran fortaleza. La presencia de Xhaka ha dado estabilidad al equipo, su pase marca el ritmo y su liderazgo —a veces duro, siempre apasionado— ya se nota en los más jóvenes.
Dos hermanos, dos banderas
Más allá del fútbol de clubes, la historia de los Xhaka tiene un trasfondo emocional muy especial. Mientras Granit se ha convertido en el jugador con más partidos con Suiza, Taulant optó por defender a Albania. Los hermanos se enfrentaron en la Euro 2016, en un duelo cargado de simbolismo, orgullo y sentimientos encontrados.
Granit Xhaka también es conocido por hacer el gesto del águila bicéfala —símbolo de la bandera albanesa— durante los partidos con Suiza. El momento más recordado fue en el Mundial del 2018 ante Serbia, cuando él y su compañero Xherdan Shaqiri celebraron así sus goles. Para ambos, con raíces albanokosovares, fue una poderosa muestra de identidad y orgullo étnico.
El gesto generó polémica. La FIFA sancionó a Xhaka y Shaqiri por “conducta antideportiva contraria a los principios del juego limpio”. A pesar de la multa, el gesto se convirtió en símbolo para muchos en la diáspora albanesa y puso de relieve cómo el fútbol puede reflejar realidades históricas y políticas complejas.
El corazón de un líder
Con 33 años, Granit Xhaka juega con la templanza de un veterano que lo ha visto todo. El vestuario del Sunderland ahora se beneficia de su experiencia, y la afición, que al principio dudaba, lo ha acogido como líder.
Su evolución, de joven impulsivo a director de orquesta en el centro del campo, va de la mano con la resurrección del Sunderland: ambos fueron subestimados y ambos han renacido.