Varios de estos aventureros han explicado a la AFP su programa, festivo o no, para celebrar la Navidad sin que ello perturbe el desarrollo de la prueba.
Con tres participaciones en la Vendée Globe, la británica Samantha Davies guarda "muy buenos recuerdos" de sus Navidades en alta mar.
"Pese a que las condiciones son a menudo difíciles con todo lo que pasa a bordo, trato de mantener una especie de vida normal, de lo contrario es demasiado fatigante. Más aún en Navidad", explica la regatista de 50 años.
"Por supuesto, llamaré a mi hijo, así como a mi hermana y a mi sobrina", dice. 13ª en la clasificación provisional de la regata, vivirá el cambio de año cerca del punto Nemo, considerado el punto más aislado del planeta, en el Pacífico Sur, pero piensa compensar la soledad viendo alguna película o escuchando música... si las condiciones meteorológicas se lo permiten.
"Bajón emocional"
Para otros participantes, las fiestas se anuncian más amargas. "Cuando vea a mi familia reunida, tengo riesgo de sufrir un bajón emocional", admite la francesa Clarisse Crémer. Madre de una niña de dos años, podrá llamar a su pareja, el navegador Tanguy le Turquais, también participante en la vuelta al mundo.
"Evidentemente, también tengo ganas de recibir noticias de mi hija, que estará en la montaña", añade una Cremer a la que, como consecuencia de la falta de referencias temporales en alta mar, le cuesta pensar en abetos decorados y en el fuego de una chimenea.
El francés Damien Seguin (Apicil), por su parte, ha preparado bien las cosas este año: "Voy a vivir mi segunda Nochevieja en el mar. Hace cuatro años me di cuenta de que no preparé suficientes cosas festivas y eso me frustró un poco", detalla este doble medallista paralímpico.
"Este año voy a preparar una cena especial; no soy yo quien la ha hecho, pero visto lo que ocupa en la bolsa, no me preocupa demasiado", bromea. "Sólo espero pasar un momento agradable y sobre todo que las condiciones climatológicas sean buenas en ese momento", agrega.
'Pot au feu' de Navidad
Sam Davies también tendrá una comida "especial", preparada por su equipo. "El día de Navidad voy a comer un pot au feu (un cocido típico de la cocina francesa) hecho por un amigo cocinero y beber una cerveza que me gusta mucho, hecha en una brasserie cerca de mi casa en Bretaña".
Foie-gras, pintada con castañas, langosta... varios skippers han recurrido también a chefs con estrellas Michelin para que les preparen platos un poco más refinados de lo que están acostumbrados.
Incluso con el vientre lleno, Romain Attanasio admite que la Navidad en alta mar tiene un gusto particular: "Es verdaderamente lo que marca la soledad en la Vendée Globe. Nos gustaría estar con la familia, al lado del árbol decorado por los niños".
Para meterse en un ambiente navideño, varios regatistas decoran sus barcos. Attanasio ha colocado un diminuto abeto sobre su mesa, Damien Seguin ha instalado guirnaldas y Sam Goodchild ha previsto vestirse con un jersey de Navidad.
Sébastien Simon tiene previsto una videoconferencia con su perro Chiffon, al que echa "mucho de menos" desde que arrancó la prueba el 10 de noviembre desde Les Sables-d'Olonne (oeste de Francia). Para no olvidarle, desde hace días descubre fotos de su mascota en las bolsas de comida preparada que lleva en el barco.
Líder de la Vendée Globe, el francés Yoann Richomme sólo tiene en cabeza la carrera, aunque sí desearía un regalo bien concreto para Navidad: "Si pudiera haber pasado el cabo de Hornos, sería fantástico", dice. Richomme (Paprec Arkéa) vio cumplido su deseo en la noche del lunes al martes.