Nuevamente, Colombia se ahogó en la orilla. La misma historia de las últimas competiciones. A pesar de reflejar un buen juego y carácter en los cuartos de final contra España, la tricolor quedó eliminada en las semifinales por Argentina, un rival canchero, con experiencia en finales y que empieza a convertirse en una piedra en el zapato para Colombia en todas las categorías.
En julio del año pasado, la albiceleste derrotó a la selección de mayores en la definición de la Copa América. Ahora, dejan a la sub-20 sin la oportunidad de ir a la última instancia del Mundial sub-20.
Luces y sombras
El Mundial, como toda competición ha dejado luces y sombras. De un lado, el hecho de alcanzar las semifinales puede observarse como un punto positivo. Colombia, tristemente, es un equipo que suele tener buen juego y algún deportista talentoso que ilusiona. Sin embargo, no es habitual ver al conjunto cafetero en las definiciones de los torneos. No es un equipo ganador (en materia de títulos) y debe construir una base sólida para cambiar esa mentalidad.
Del otro, la historia se repite. Colombia se desconcentra en los últimos minutos. Los argentinos reflejan más experiencia y se comen emocionalmente a los jugadores cafeteros, que regresan a casa con las manos vacías y con la idea en la cabeza de que se pudo hacer más.

A nivel positivo se debe destacar la figura de Neyser Villarreal. La promesa de Millonarios (que ya firmó con Cruzeiro) fue el MVP de la tricolor en la competición. Su ausencia en las semfiinales se notó. Colombia no produjo tantas acciones de riesgo como ante España.
La base de Colombia es buena. Sin embargo, el título todavía es lejano. Colombia es un equipo con juego y con magia, pero ajeno a celebrar y a reflejar trofeos en las vitrinas. Queda mucho camino por recorrer.