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Jannik Sinner destrona a Carlos Alcaraz y es el nuevo rey de Wimbledon

Jannik Sinner destrona a Carlos Alcaraz y es el nuevo rey de Wimbledon
Jannik Sinner destrona a Carlos Alcaraz y es el nuevo rey de WimbledonProfimedia
Carlos Alcaraz ya no es el rey de Wimbledon. Ese título, después de dos años consecutivos imponiendo su dominio en la hierba del All England Tennis Club, ha pasado a manos de Jannik Sinner, más regular, más maduro y más convencido este domingo 13 de julio de conseguir el trofeo. Y eso que el español comenzó ganando el primer set. Pero desde ahí, el italiano fue superior en todas las facetas para sumar su más preciado triunfo. Es la primera final de Grand Slam que pierde Alcaraz de las siete que ha jugado hasta el momento.

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Con un ace. Enviando un mensaje claro al número uno del mundo de que el vigente campeón, bicampeón mejor dicho, de Wimbledon era él. Así comenzó Carlos Alcaraz la final en el repleto All England Club, lleno de VIPS, como el rey Felipe VI, deseosos de disfrutar del espectáculo que a buen seguro iban a ofrecer los dos mejores tenistas de la actualidad. 

Sinner no se dejó intimidar y también ganó, poderoso, sus siguientes saques... hasta que encontró un pequeño resquicio en el de su oponente para romperle por primera vez y ponerse 4-2 tras consolidar su servicio. Momento complicado para Carlitos, desde luego, que resolvió de maravilla ganando los tres siguientes juegos para subir un 4-5 al marcador y tener la oportunidad de ganar la primera manga al resto. Y lo hizo. Fue a la segunda bola de quiebre cuando golpeó de revés con una elasticidad suprema para levantar al público de sus asientos. Tras 44 minutos ya ganaba un set a cero (4-6). Todo iba de lujo en busca de su tercer título en Londres.

Gran reacción de Sinner

Lejos de verse afectado, dando muestras de una mejoría en su madurez mental, Sinner respondió a la pérdida del primer set rompiendo el saque de Alcaraz en el primer juego. Sería definitivo para igualar el encuentro, porque aunque le costó ponerse 2-0, salvando incluso una bola de ruptura, ya no sufrió más con su servicio para llevarse en 48 minutos la segunda manga por 6-4. El español sí que padeció con el suyo, especialmente con el segundo, muy blandito. Cometió, además, tres dobles faltas que dejaron en nada sus siete aces, igual que los errores no forzados, 13, neutralizaron sus también 13 winners. 

Con el partido equilibrado, las sensaciones no eran las mejores para Alcaraz. Fue aguantando como pudo, salvó dos posibles quiebres en el primer juego, pero ni eso le animó lo suficiente para volver a sonreír. Sus gestos de incomodidad y desesperación alimentaban las ansias del número uno de la ATP, muy seguro con sus golpes, tanto en la red como en el fondo. De no anotar ninguno, a meter siete aces. Con ese arma a tope, y con velocidad de piernas, se mostró intratable. Con 4-4, el murciano perdió su saque y dejó en bandeja la tercera manga para su contrincante, que la ganó con otro 6-4 en 46 minutos.

Estadísticas del Sinner-Alcaraz
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La desesperación de Alcaraz

"¿Cómo puede ser que esté siendo mucho mejor que yo desde el fondo?", le preguntaba desesperado Alcaraz desde su silla a su entrenador, Juan Carlos Ferrero, antes del cuarto set. Después de cómo había comenzado la final, poco a poco había ido cediendo terreno en la pista. Y no sabía el porqué. Su confianza estaba mermada, por los suelos. Y más que lo estuvo cuando cedió de nuevo su saque a las primeras de cambio. Eso facilitó que Sinner se pusiera con 3-1. Momento crítico para Carlos, obligado otra vez a una épica remontada. 

No fue porque no lo intentara. Su equipos, sus familiares, sus amigos, todos se pusieron en pie para animarle, para cantarle aquello de "sí se puede". Y casi pudo, en un ramalazo de genio, de colocar el 4-4 y sacar para recobrar la ventaja. Otro gallo hubiera cantado entonces. Pero con 15-40, Sinner ganó cuatro puntos seguidos para borrar de un plumazo la recuperación y poner el 5-3. Un juego más y sería campeón de Wimbledon. Alcaraz le forzó para que, si quería ganar, lo hiciera con su servicio. Y así fue. Después de tres horas y seis minutos, el pelirrojo ya era campeón sobre la hierba londinense.